CAMINADOR SIN CAMINO

Y entonces caminé toda la mañana. Toda la mañana caminé llevando flores que con cada rastro dejado atrás, se fueron regando pétalos y olores sin fin por el sendero. Lo cierto es que no sé desde qué hora empecé a regar mis huellas por la trocha. ¿Si sería trocha? Tantos pasos por paso avancé que aún siento que no he dejado de caminar sin saber hacia dónde, ¿hacia adelante? ¿hacia atrás ya caminé o habré de caminar? Pero qué bueno es caminar cuando los pájaros se alborotan, las mariposas pierden su control y los perros ladran persiguiendo cada huella que doy mientras el sudor recorre mi frente y mejillas sonrojadas. Y tras de mí venían las mandarinas y naranjas tratando de darme alcancé. Pero no lo lograron, aunque yo si quería que me dieran alcance para saciar mi sed que todavía me persigue. De pronto una de ellas gritó, ¿Tienes sed?. Eso para mi fue un sediento vozarrón; detuve mi contiguo caminar, los pasos hicieron alto y la ilusión del pronto llegar se me escapó con el aire que aceleradamente respiraba. ¿Quiere mandarina? Esa pregunta me parecía de otro mundo. Y por supuesto que al consumir lo que me ofrecieron, realmente en otro mundo me sentí.

AUTOR: Helmer Momphotes