Los Susurros

En el jardín del abuelo, donde los rayos del sol bailaban entre las hojas y las mariposas revoloteaban en busca de néctar, había un misterio que solo los niños podían descifrar: los susurros florales.

Cada tarde, al caer el sol y teñir el cielo de tonos dorados, las flores del jardín se inclinaban suavemente hacia los niños que jugaban entre sus pétalos. Nadie más podía escuchar esos susurros, solo los niños con corazones puros y mentes llenas de imaginación.

Los niños se acercaban lentamente, con oídos atentos y sonrisas curiosas, mientras las flores les contaban historias de tiempos pasados, de amores perdidos y de sueños por cumplir. Los girasoles relataban aventuras bajo el cálido sol de verano, las rosas compartían secretos de amor susurrados en noches de luna llena, y los tulipanes recordaban la llegada de la primavera con sus colores brillantes.

Y así, en el jardín del abuelo, los niños aprendían que la magia se esconde en los lugares más inesperados, y que solo aquellos con corazones abiertos pueden escuchar el susurro de las flores que guardan los secretos más preciosos de la naturaleza.